miércoles, 13 de enero de 2010

Las cuatro terrazas de Vivaldi

Terracita de verano. En vuelo
Regular van llegando maletones
De abuelos sin sombrero. Surca el cielo
De la mano un par de corazones.

Terracita de otoño. Están cayendo
Las hojas de los sueños caducados
Vencidas por tanto cambio de atuendo,
Por tanto esperar que llegue el pasado.

Terracita de invierno. Chimenea
Imaginaria. Vértigo en los pies.
Pérgola, licor, estufa de asamblea.
Tiempo de silencio. Fin de mes.

Terracita de primavera. Luna
De domingo cada miércoles noche,
Concierto para violín, suite de cuna.
Cuarenta de mayo dentro del coche.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Ebrio anda el poema

Ebrio anda el poema
En esta noche de oscura lucidez,
Esta noche sin luna por ventana.

Ebrio el verso
Mustio de pandemias familiares
Y vecinos con suegra, niño y perro.

Ebria la palabra
Tirada en el suelo del pasillo
Vencida por la araña de los días.

Ebria está
La esencia misma
De donde manan palabras,
Versos y poemas.

sábado, 17 de octubre de 2009

En Carne Viva

Me comento a mí mismo. Vamos a inaugurar una sección. Vamos a mezclar cine y poesía. Estos versos emergen a raíz de la película de Jane Campion que da título al poema. Interesante esta directora, de la que en poco tiempo he visto la bellísima El Piano y ahora este título, de esos que sólo ponen en la 2.



Ella se pasó toda la peli
Bañada en la sangre de su asesino.
Entre una víctima y la otra
Entre la escena del brazo
Y la del esófago aserrado,
Ella tenía sexo por el móvil
Con su amante el policía.

Aquella noche en Nueva York
Incluso los figurantes
Parecían sospechosos.
Todos tenían un pasado insolvente
Y la carne del alma de gallina.

Las cartas estaban echadas.
Mandaba el as de picas.
Y tuvo que ser allí, junto al Río Hudson,
En aquel faro teñido de rojo, y fue allí
Donde ella encajó la última pieza.

lunes, 12 de octubre de 2009

Entre la maleza y la miopía

En aquel intento de fuga,
Entre la maleza y la miopía,
Me agarré a la rama equivocada
(lo certifica el dolor de mi trasero).
Habrá que trazar otro plan,
Reinterpretar los signos de la acera,
Incluso aguardar la primavera.

Habrá que seguir pulsando teclas
Hasta que el teclado sangre
Para no derrochar
Más lágrimas solventes,
Para no hacerle más
La pelota a las estrellas,
Para no alimentar más
A este monstruo repelente
Cuya sonrisa me duele y me seduce.

domingo, 11 de octubre de 2009

El Grumete de Caronte

¡cuánto penar para morirse uno!

Miguel Hernández El rayo que no cesa



No tiene que ser ni bueno
Tanto picor en las yemas de los dedos
Y tanto penar para morirse uno.

Alojar fantasmas, otrora superados,
Desempolvar aquellas sombras
Que se antojaban ya lejanas
Y ahora nos miran a la cara.

Tirar del hilo
De las manos que yerran a distancia,
De los hombres huecos y cobardes
Que caminan con torpeza
Por el lado más seguro del abismo
Como quien regala un saludo a duras penas,

Navegar, de grumete de Caronte,
Por este río de escombros,
No tiene que ser ni bueno.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Escotilla de emergencia (II)

No sólo era la tinta emborronada,
No sólo las manchas de periódico
De un barco de papel
Perseguido por la nube
De una lluvia solitaria.

Para llegar a tiempo se hizo pronto.
Y no sólo era distancia aquel octubre.

sábado, 3 de octubre de 2009

Escotilla de emergencia

No sólo eran las olas
Golpeando el casco de la nave.
No sólo el mástil
Oscilando. No sólo
La violencia del vaivén.
No sólo un timón
Sin rumbo ni coartada.
No sólo aquellos bártulos
Bailando en la cubierta.

No sólo una escotilla
Anegada de emergencia
Ni el viento ni la bruma ni las velas.

Tampoco dos amantes
Abrazados torpemente
En la oscuridad del camarote.